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domingo, 27 de marzo de 2011

LA GACELA QUE SE ENAMORO DE UN LEON


Era una vez que se era, una Gacela que se enamoro de un León .

Un León apuesto y valiente que se paseaba con elegancia y gallardía por la sabana. La Gacela le observaba cada día escondida entre la maleza y las rocas y el León se sentía observado, pero no sabía porque, esto le gustaba.

La Gacela sabía del peligro de acercarse a los leones, pero su amor era tal que nublaba su juicio y cada día se aproximaba un poco más al León; este se sentía alagado y comenzó a sentir curiosidad por aquella extraña gacela que no dudaba en poner su vida en peligro por estar allí donde el estaba.

El amor de uno y la curiosidad de otro hicieron que poco a poco se fuesen acercando y con el tiempo no fue raro verles pasear juntos por la praderas de la sabana.

Los otros animales al observar tan extraños hechos, comenzaron ha hablar y cotillear sobre la peculiar pareja y la envidia y la desconfianza anidaron en sus corazones. Inventaban historias, criticaban cada cosa, mentían y cizañeaban sobre un amor tan diferente como excepcional.

Los celos tejieron su maraña y el clima en la sabana se enrareció hasta hacerse irrespirable, nadie confiaba en nadie.

Mientras la Gacela enamorada, vivía en su mundo fantástico, donde una gacela podía ser amada por un león, vivía tan feliz y ajena a todo que no veía el peligro, el peligro de ser diferente, siendo diferentes el León y la Gacela pasaron a ser el objetivo de los demás animales, de sus miedos, de sus envidias, de sus celos, pasaron a ser el enemigo común y como todo enemigo tenían que ser destruidos pues eran un peligro, ya que ser diferente te hace peligroso , sobretodo para aquellos que están ciegos.

Todos los animales se reunieron , hablaron y hablaron y tras mucho deliberar decidieron que tenían que acabar con la historia de la Gacela y el León.

Afirmaban, no es natural, los leones comen y cazan gacelas para vivir, así urdieron un plan para terminar con la situación.

Crearon la duda en el corazón del León, comenzaron con rumores malintencionados y el León se empezó a sentir confuso y contrariado, pero como era un ser valiente y elegante pensó que solo se trataba de habladurías por la envidia que su amor despertaba. Pero los rumores no cesaban y crecían y la duda fue creciendo en su corazón, ya que los pájaros, las hormigas, los elefantes y todos los animales que allí vivían hacían lo posible por confundir al León, le ponían trampas y le daban muestras de que la Gacela no era, ese dulce ser que se había atrevido a enamorarse de un león, la pintaban como un ser superficial y engreído que presumía de tener a sus pies al rey de la selva.

En el corazón del León se instalo la desconfianza y los celos nublaron su inteligencia, comenzó a ver a la Gacela como una gacela, no como su amada, la espiaba, las seguía en la sombra, pero no era capaz de descubrir nada perverso en sus actos, esto le enfurecía y le hacia desconfiar más y más….. y comenzó a sentir sus instintos depredadores, largo tiempo olvidados, esto mezclado con la desconfianza y los celos, eran el presagio de una tragedia.

El León sentía en su corazón la bondad de la Gacela, pero no lograba salir de su locura y un buen día mientras la Gacela se miraba en las aguas cristalinas del lago, tras su baño matinal, el León viéndola tan hermosa, loco de celos y de amor… no la miro como a su amada, sino como a una hermosa presa para saciar su apetito, se abalanzo sobre ella en su febril locura, con una violencia innecesaria, asestándola un zarpazo certero y mortal sobre su frágil corazón. Al rozarlo noto en su zarpa asesina, todo el verdadero amor que la Gacela sentía y en ese abrazo fatal se dio cuenta de que nadie le volvería a amar de forma tan sincera.

Le invadió tal tristeza, que su corazón se encogió en su pecho sintiendo un dolor tan profundo que creyó morir, en ese momento la culpa y la estupidez le invadieron, odio a todos los animales y sobretodo se odio a si mismo, pues habiendo encontrado el mejor de los tesoros, permitió que la envidia y los celos de otros se lo arrebataran .

Su vida fue larga y triste, tan triste que hoy aun se siente su tristeza en la sabana, donde paso el resto de su vida solo, pues ni la venganza ni el perdón que su amada le brindase en su último suspiro, pudieron nunca consolar, al valiente León.



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